domingo, 29 de noviembre de 2009

Reflexivo

“Una antorcha es capaz de iluminar una cueva que ha estado a oscuras durante miles de millones de años” Nichiren Daishonin.
Del fuego la chispa. De nosotros el amor, y en la palabra, el silencio que descubre su verdad.
Que podría decir de mi, de ustedes, de nosotros; creemos, esperamos, buscamos, seguimos intentando. Por algún motivo uno no se detiene, más que para juntar fuerzas y continuar; continuar en la lucha permanente por darle un lugar a nuestra voz, por hacerla escuchar, dialogar con otras voces que comparten la razón, el motivo.
Durante mucho tiempo intenté encontrar un sentido, un propósito que me permita mirar hacia adelante con esperanza, sin dejar caer el pasado en el olvido. Aun lo sigo buscando, en unos y en otros, en mí; sin embargo estoy empezando creer que no existe tal cosa. Pensar en la dirección que pueden tomar las cosas hace preguntarme cuán importante es lo que yo u otros consideren al respecto, si el sentido no es compartido. Y las respuestas que llegan a mi cabeza tienen ecos de incertidumbres.
¿Existirá el día en que este mar de fuegos arda de manera tal que sean uno? o por siempre estaremos separados. ¿Sabremos que hacer de ese calor que nos invade desde adentro cuando encontramos en una palabra, una mirada, una persona, esa verdad que nos devuelve al lugar de dónde venimos? O se perderá en el viento que nos recuerda que aun seguimos acá. ¿Cuántas veces más habrá que repetir la última cena? Será que tanto nos falta recorrer para llegar.
Hubo un día en que las cosas tomaron un peso diferente, ya no se trataba de ver qué pasaba y dejarse llevar; hubo un día en el que se dijo que no. No quiero esto, no acepto aquello. Todavía lo recuerdo. Me llevo tiempo lograr entender algunas cosas, o al menos darle una lógica que me permitiese aunque sea pensarlo; sucedían cosas que estaban más allá de mi capacidad de entendimiento y comprensión, aun las hay, y no dejo de encontrar otras.

Desde aquel día pude reconocer muchas de las cosas que pensaba, sentía y no reconocía su origen, había más de mil motivos para empezar a preguntar ¿Por qué? Esa primera pregunta fue la que abrió una puerta que ya no se cierra, de la que no deja de salir la voluntad por conocer aquello que se tiene frente a uno, en constante movimiento y cambio. Conocerlo para reconocerse, para reencontrarse en los detalles de los hechos.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Pestañando

Solo pajaros, solo arboles. Caminos olvidados a fuego lento y puertas cerradas con llave.
Manos que trepan la noche y viven dormidas.
Alguien olvido su abrigo en la cocina. La noche de las narices frias, partidas. Colocan sus cuerpos en funcion del placer, dejando espacio a la locura. Vivas flores mueren en tu sien.
Caen las ultimas gotas sobre la luz de tu inmaculada existencia. Sabemos que es mentira.
Nadie acusa a la Luna por no salir esta noche, nadie la olvida. Solos en la lucha carnal de las voces, querubines siniestros nos observan en un falso silencio nocturnal.
Este lado es mas fragil, abajo no hay luz, y miraron al cielo descolorido por su olor a muerte.

Y todo en tan solo un abrir y cerrar de ojos.

suspiro

Voces que se cuelan desde la emocion.
Rostros que se parten al salir el Sol
Y mis pies ya gastados quieren descansar.

Queria ser arbol en tu pais, queria ser mar
Pero no se que camino tomar hasta tu frontera.

Voy viajando al reves, con el sol a mis espaldas,
y en contra luz veo tu figura escurrir.

Campos enteros devore para llegar a tu estacion,
deje morir la noche.
En mis manos tengo tu caliz brillante.
Abandonamos la esperanza y mordimos el polvo,
olvidamos la Luna en el balcon.
Quien es capaz de volver de la muerte solo para sentir una vez mas el viento en la cara. Volvere de mi muerte a que me soples el rostro.

martes, 3 de noviembre de 2009

un día

Lunes otra vez mas. . .
Llueve y estoy sin dormir, como siempre la gente de aquí para allá, sin mirar a su alrededor, todos arrastrando sus caras, algunos pocos llevan una sonrisa.
Tengo sueño y los ojos me pesan, tendría que trabajar, pero solo puedo estar aquí sentado mirando como las horas van caminando unas tras otras.
De momentos siento que desaparezco del mundo, un pequeño instante en el que dejo de existir, y luego todo vuelve a la normalidad.
Estoy luchando contra el sueño pero ya mis parpados se rinden, necesitan reposar.
Lunes una vez más, otra vez olvide su nombre.